El cuarto poder no es la prensa cuando estamos en una dictadura mediática, como en el caso de la situación italiana concretamente, aunque se da en un elevado grado a nivel global; así, la prensa, es el segundo poder, seguido del poder económico, en un inamovible primer puesto. Con esta combinación convertirse en presidente de una impecable república italiana está hecho y gozar de una inmunidad legal y abuso de poder tales como los que gozan el Banco Mundial o el FMI situándose por encima de todo, por encima del bien y del mal. En este caso es muy fácil derribar al tercer poder con el empujoncito de una simple ley: la ley Alfano. Esta ley, confeccionada a la medida de una dictadura, protege de cualquier procedimiento penal a los poderes ejecutivo y legislativo, en palabras de Berlusconi: esta ley es el mínimo que una democracia puede hacer para defender su libertad. Tan fácil como seguir las máximas del nuevo orden mundial y el librecambismo, al estar basados en el máximo beneficio, fabrican como consecuencia la suprema libertad, que se traduce cuando cae en empresarios sin escrúpulos en crear, interpretar y manipular y crear las reglas del juego a voluntad, o en otras palabras, jugar a ser un dios con el mundo y crear la realidad, una realidad en la que no hay más que entretenimiento y concursos.
Este dictador, como todo aquel que se precie, debía cumplir con la misión que tenía encomendada: conseguir el monopolio absoluto de los medios. Así, tenía para sí los tres canales de la RAI y de Mediaset, que suponían el 100% de la televisión terrestre y el 90% del total no sin antes despedir a todos los periodistas y actores como Biagi, Luttazzi o Santoro y quedarse con las marionetas para su propaganda, publicidad y noria televisiva. En España tenemos resquicios de este vómito mediático en el grupo Mediaset, uno de cuyos canales es Telecinco: aproximadamente el 50% de su programación está teledirigida por este rey de la mafia.
¿Qué puede hacer la ciudadanía en una situación así en la que si no venden su alma se quedan sin trabajo y en donde viven en una caverna, atados a una silla y contemplando incesantemente el desfile de sombras de la feria nacional?, ¿cómo proteger a los ciudadanos y las libertades del pueblo si la oposición ni siquiera atiende a las manifestaciones multitudinarias? En una situación donde la democracia es un carnaval de palabras, ¿dónde quedan los derechos constitucionales de los ciudadanos, p.ej. el derecho a recibir una información libre y veraz si no hay manera de competir enonómicamente con las falacias de Berlusconi?
FUENTE
Documental: Viva Zapatero!
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