lunes, 13 de diciembre de 2010

Algunos extractos de "Patas arriba: La escuela del mundo al revés", por Eduardo Galeano

Estoy haciendo una selección de extractos de este libro que recomiendo para compartirlos aquí y puedan ser usados con fines documentales o para el que quiera  pensar sobre algunas ideas acerca del mismo que aquí expongo. He considerado que son relevantes en un blog como este de extractos, reflexiones, apuntes, ideas, bitácora de periodismo. Lo que me falta de leer del libro lo publicaré en breve. 

[Imagínese el lector esto: [...] entre párrafo y párrafo]


La injusticia, fuente del derecho que la perpetúa, es hoy por hoy más injusta que nunca, al sur del mundo y al norte también, pero tiene poca o ninguna existencia para los medios de comunicación, que fabrican la opinión a escala universal.



Las diez mayores multinacionales suman hoy día un ingreso mayor que el de cien países juntos.



En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad.



La palabra farmacia viene de "phármacos", que era el nombre que daban los griegos a las víctimas humanas de los sacrificios ofrendados a los dioses.



Sólo en cuatro años, enre 1962 y 1966, hubo nueve golpes de estado en América Latina; y enlos años siguientes, los hombres siguieron derribando gobiernos de civiles y masacrando gente, según mandaba el catecismo de la doctrina de la seguridad nacional.



Elecciones presidentciales en Honduras: la delincuencia es el tema central de los discursos de todos los candidatos, y todos prometen seguridad a una población espantada por las fechorías.



El blanco elegido se llama perro o bulto. Los jóvenes asesinos cobran su trabajo según la importancia del perro y el riesgo de la operación. A menudo los exterminadores trabajan protegidos por la máscara legal de las empresas que venden seguridad.



El mismo sistema de poder que fabrica la pobreza es el que declara la guerra sin cuartel a los desesperados que genera.



Hoy por hoy la razón de Estado es la razón de los estados financieros que dirigen el mundo y que no producen otra cosa que especulación.



A principios del 98 el periodista Samuel Blixen hizo una comparación elocuente. El botín de 50 atracos, realizados por las bandas de delincuentes más espectaculares de Uruguay sumaba 5 millones de dólares. El botín de dos atracos, cometidos sin fusiles ni pistolas por un banco y un financista, sumaba 70 millones.



El miedo es la materia prima de las prósperas industrias de la seguridad privada y del control social. (...) Florece el mercado de las policías privadas y las cárceles privadas, mientras todos, quien más, quien menos, nos vamos volviendo vigilantes del prójimo y prisioneros del miedo.



"Nuestra mejor publicidad son los noticieros de la televisión", dice, y bien sabe lo que dice, uno de los especialistas en la venta de seguridad. En Guatemala hay ciento ochenta empresas del ramo, y hay seiscientas en México; en Perú, mil quinientas. Hay tres mil en Colombia. En Canadá y en los Estados Unidos, la seguridad privada gasta el doble que la seguirdad pública; al filo del siglo, habrá dos millones de policías privados en los Estados Unidos. En Argentina, el negocio de la seguridad mueve mil millones de dólares por año. En Uruguay, aumenta cada día la cantidad de casas que pasan a tener cuatro cerraduras en lugar de tres, lo que hace que algunas puertas parezcan guerreros de las Cruzadas.



No hay país que no use la seguridad pública como explicación o pretexto.



En los últimos 20 años los gastos públicos en prisiones se han incrementado un 900%: esto no ha contribuido ni un poquito a aliviar el miedo de la población, que padece un clima general de inseguridad, pero ha contribuido más de un muchito a la prosperidad de la industria carcelaria.



Muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen viven. Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científocs y tecnológicos dedicados ala producción de muerte. Los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial.



Buenas noticias para la economía militar, que es como decir: buenas noticias para la economía. ¿Es también una buena noticia para sus difuntos?



Desde el punto de vista de los Estados Unidos, es justo que los nombres de los norteamericanos de Vietnam estén grabados, sobre un inmenso muro de mármol, en Washington. Desde el punto de vista de los vietnamitas que la invasión norteamericana mató, allí faltan sesenta muros.



Hace muchos años que esta monarquía petrolera es la mejor cliente dela industria norteamericana de armamentos y de los aviones británicos de combate. El sano intercambio de petróleo por armamentos, permite a la dictadura saudí ahogar en sangre la protesta interna, y permite a los EE.UU. y a Gran Bretaña alimentar sus economías de guerra y asegurar sus fuentes de energía contra cualquier amenaza: armas y petróleo, dos factores claves de la prosperidad nacional.

Algún malpensado podría llegar a creer que el rey Fahd paga esas millonadas por las armas y, de paso, compra impunidad. Por motivos que Alá sabrá, jamás vemos, escuchamos ni leemos ninguna denuncia de las atrocidades de Arabia Saudita, en los medios masivos de comunicación. Esos medios, sin emabrgo, sueln preocuparse por los derechos humanos en otros países árabes. El fundamentalismo islámico sólo es demoníaco cuando obstaculiza los negocios, y los mejores amigos son los que más armas compran. La industria norteamericana de armamentos practica la lucha contra el terrorismo vendiendo armas a gobiernos terroristas, cuya única relación con los derechos humanos consiste en que hacen todo lo posible por aniquilarlos.



Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, los mayores vendedores de armas son los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Rusia. En la lista, algunos lugares más atrás, también figura China. Y estos son, casualmente, los cinco países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En buen romance, el derecho de veto significa poder de decisión. La Asamblea General del máximo organismo internacional, donde están todos los países, formula recomendaciones; pero quien decide es el Consjeto de Seguridad. La Asamblea habla o calla; el Consejo ahce o deshace. O sea: la paz mundial eestá en manos de las cinco potencias que explotan el gran negocio de la guerra. (...) En esta última guerra, por ejemplo, l.os Estados Unidos pudieron bombardear impunemente el barrio más pobre de la ciudad de Panamá y, después, pudieron arrasar Irak; Rusia pudo castigar a sangre y fuego los clamores de independencia en Chechenia; Francia pudo violar el Pacífico sur con sus explosiones nucelares; y China puede seguir fusilando, legalmente, cada año, diez veces más gente que la que cayó acribillada, a mediados del 89, en la plaza de Tien An Men.



Por cada dólar que las naciones Unidas gastan en sus misiones de paz, el mundo invierte dos mil dólares en gastos de guerra, destinados al sacrificio de seres humanos en cacerías donde el cazador y la presa son de la misma especie, y donde más éxito tien quien más prójimos mata. Bien decía don Teodoro Roosevelt que "ningún triunfo pac´fico es tan grandioso como el supremo triunfo de la guerra". En 1906, le dieron el Premio Nobel de la Paz.

Hay treinta y cinco mi l armas nucleares en el mundo. Los Estados Unidos poseen la mitad, y la otra mitad pertenece a Rusia y, en menor medida, a otras potencias. Los dueños del monopolio nuclear ponen el grito en el cielo cuando India, o Pakistán, o quien sea, realiza el sueño de la epxlosión propia, y entonces denuncian el peligro que el mundo corre: cada una de esas armas puede matar a varios millones de personas, y unas cuantas bastarías para acabar con la aventura humana en el planeta, y con el planeta también.



En 1989, apareció en el mecado mundial una nueva muñeca Barbie, que vestía uniforme de guerra y hacía la venia. Mal momento había elegido Barbie para iniciar su carrera militar. A fines de ese año, cayó el Muro de Berlín y en seguida se desmoronó todo lo demás. El Imperio del Mal se vino abajo, y súbitamente Dios quedó huérfano de Diablo. El presupuesto del Pentágono y el negocio de la venta de armas se encontraron, de buenas a primeras, con una situación peliaguda. Enemigo se busca.



Desde el punto de vista de la economía, la venta de armamentos no se distingue de la venta de alimentos.

El derrumbamiento de un edificio o la caída de un avión son más bien inconvenientes desde el punto de vista de quienes estaban adentro, pero son convenientes para el crecimiento del PNB, el Producto Nacional Bruto, que a veces podría llamarse Producto Criminal Bruto.



Si se prohíbe la industria de la droga, industria asesina, ¿por qué no se probhíbe la industria de armamentos, que es la más asesina de todas?



¿Por qué los medios masivos de comunicación hablan tanto de la droga y tan poco de sus causas?

[Me he quedado en la página 182 Seminario de Ética]